Ventanas de aluminio reciclado en Murcia 2025
Descubre las novedades 2024-2025 en ventanas de aluminio con alto contenido reciclado: perfiles más eficientes, mejor a…
Si vives en Granada, ya lo has notado: en 2025 la conversación en muchas reformas ha cambiado de “¿qué ventana pongo?” a “¿cómo evito que mi casa sea un horno en verano y una nevera en enero?”. Y ahí entran las ventanas de aluminio Passivhaus. No es postureo: es pura supervivencia cuando tienes 40 ºC en julio y noches frías en invierno. La gracia está en que una ventana Passivhaus no va “solo” de cristal bueno; va de hermeticidad real (que no silbe el aire por las juntas), y de que el marco no te haga un puente térmico que tire por tierra la calefacción. Te pongo un ejemplo típico: piso en el Zaidín con persianas viejas y carpintería que cierra “más o menos”. Cambias a una ventana con perfilería con rotura de puente térmico de verdad, triple junta y vidrio bajo emisivo, y de repente notas dos cosas muy concretas: el salón deja de tener ese “chorro” de frío cerca de la hoja y el aire acondicionado aguanta más rato sin estar arrancando cada 10 minutos. En Granada, el cambio se nota por sensaciones y por contador.
Si te dicen “es Passivhaus” y ya, sospecha. Tú lo que quieres es saber qué estás comprando. Para empezar, pide números: transmitancia del conjunto (no solo del vidrio), permeabilidad al aire y si la instalación va con cinta, precerco y sellado continuo. Porque una ventana top mal montada es como ponerte un buen abrigo con la cremallera rota. En aluminio, la clave suele ser una rotura de puente térmico ancha y bien diseñada (no una “RPT” de compromiso), más un vidrio adecuado: en Granada muchas veces funciona muy bien un doble vidrio con control solar si tienes orientación sur/poniente y mucho sol, y el triple si buscas apurar confort en invierno y silencio. Y ojo con la persiana: si mantienes un cajón antiguo sin aislar, te cuelas tú solo el frío/calor. Caso real: en Camino de Ronda, reforma integral, ventanas nuevas impecables… y seguían notando corriente. ¿El culpable? El cajón de persiana sin aislamiento ni estanqueidad. Lo arreglaron y cambió la película.
Lo mejor de unas ventanas Passivhaus bien hechas es que no lo notas por “lo bonito que queda”, sino por cosas muy mundanas. Te levantas y el dormitorio no está helado, te sientas junto a la ventana y no tienes esa sensación de pared fría, y el ruido de la calle baja de golpe. En Granada esto se nota mucho si vives cerca de vías con tráfico o zonas movidas: una buena combinación de vidrio (laminado acústico si toca) y carpintería hermética te reduce el “fondo” constante. Además, al controlar filtraciones, la casa se vuelve más estable: el termostato no pega bandazos. Eso sí, hay un punto que casi nadie te cuenta: si mejoras muchísimo la estanqueidad, te interesa pensar en ventilación (aunque sea una solución sencilla) para no vivir con la ventana abierta “por costumbre”. Y otra cosa práctica: antes de gastar, revisa orientación y sombras. No es lo mismo un ático en La Chana con sol de tarde que un piso interior. La ventana Passivhaus correcta no es la más cara: es la que encaja con tu casa y cómo la usas.
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