Puertas de aluminio con RPT en Córdoba: guía 2025

Si estás mirando puertas de aluminio con RPT en Córdoba, lo primero es entender qué te estás comprando de verdad. RPT es “rotura de puente térmico”: una pieza aislante entre la cara interior y exterior del aluminio. Traducido a tu día a día: menos frío que se cuela en enero y menos calor que te pega el suelo en agosto. Aquí, con veranos largos y sol apretando, se nota cuando tienes una puerta que no se convierte en “radiador” a media tarde. ¿Te ha pasado tocar el marco y sentirlo ardiendo? Con RPT, eso baja bastante. Y en invierno, si tienes calefacción, reduces esa sensación de corriente rara cerca de la puerta, aunque esté bien cerrada.

Un ejemplo típico: piso en Ciudad Jardín con un salón que da a una terraza. Cambias la puerta vieja de aluminio “pelado” por una con RPT y, de repente, el aire acondicionado no tiene que estar arrancando cada dos por tres. No es magia: es que el marco deja de ser un puente por el que entra el calor. Si tu casa da al sol directo, la RPT no es un capricho, es comodidad.

Vale, ya tienes claro que quieres RPT, pero aquí es donde mucha gente se lía: perfiles, vidrios, herrajes… Mi consejo de amigo: céntrate en tres cosas. Uno, el tipo de vidrio: si la puerta es grande, un doble acristalamiento con control solar te ayuda un montón en Córdoba. Dos, la estanqueidad (que no entre aire ni agua): pregunta por juntas, cierre multipunto y si hacen prueba de ajuste en obra. Tres, el umbral: en puertas de salida a patio, un umbral mal resuelto acaba siendo ese sitio por donde entra polvo y ruido, y luego estás poniendo burletes “de parche”.

Situación real: un vecino cambia la puerta y se queja de que sigue oyendo la calle. No era la RPT; era un cierre flojo y un vidrio básico. O al revés: buen vidrio, pero la hoja roza porque la instalación quedó a la carrera. Por eso, pregunta directo: “¿Quién mide y quién instala? ¿Viene el mismo equipo? ¿Qué pasa si a los 15 días roza?” La mejor puerta del mundo, mal instalada, es una puerta normalita.

En 2025, con lo que cuesta la energía, la pregunta no es “¿RPT sí o no?”, sino “¿en mi caso compensa?”. Si tu puerta da a exterior (terraza, patio, balcón) o tienes orientación sur/oeste, suele compensar porque reduces el castigo térmico justo en el punto más débil. Si vives en un bloque interior, con pasillo comunitario cerrado y sin sol directo, quizá el salto de confort sea menor; ahí a veces es mejor invertir en un buen cierre, vidrio acústico si te molesta el ruido, o incluso en persianas y sombras.

Piensa en situaciones concretas: ¿tienes niños y la puerta se abre cien veces al día? Prioriza herrajes y un cierre que aguante trote. ¿Tienes perro y sales al patio? Mira una manilla robusta y un umbral cómodo para no tropezar. ¿Teletrabajas cerca de la puerta? Un vidrio mejor y juntas decentes te quitan ese murmullo continuo de la calle. Y ojo con el color: acabados oscuros al sol se calientan más; con RPT lo llevas mejor, pero si el sol pega fuerte, el conjunto (RPT + vidrio) es lo que marca la diferencia.